Estudiar un instrumento, al necesitar años de aprendizaje y práctica, genera conexiones alternativas en el cerebro que pueden compensar el deterioro cognitivo que ocurre por el paso de los años. De esta manera, la actividad contribuye a mantener la memoria visual. Así lo determinó una investigación publicada en la revista Neuropsychology.
Para obtener estas conclusiones, los científicos realizaron el estudio en 70 personas entre los 60 y 83 años de edad. Las personas fueron divididas en tres grupos: quienes jamás habían tocado un instrumento, los que lo hicieron por 1 a 9 años y los que superaron la década de melodías.
Todos los voluntarios contaban con el mismo nivel educacional, una buena salud y estado físico. Cada uno llevó a cabo diversas pruebas y ejercicios enfocados a medir distintos aspectos de sus capacidades cognitivas, sobre todo en los mayores. Los músicos más experimentados exhibieron los mejores resultados cognitivos, especialmente en las pruebas que miden la memoria visual espacial, nombramiento de objetos y la flexibilidad cerebral para el procesamiento de nuevos datos.
Luego, los siguieron quienes tocaron el instrumento por menos tiempo y, por último, los que no eran músicos arrojaron tener cerebros menos flexibles y agudos.
Hanna-Pladdy, una de las autoras del análisis, afirma que los años en la música, así como la edad donde empieza a aprenderse, son críticos. De esta forma, existen etapas decisivas en la plasticidad del cerebro que mejoran el proceso de aprendizaje. Así, es más simple aprender un instrumento antes de cierta edad, lo que ayuda a tener una mejor memoria visual en el futuro.