Los problemas de refracción son las principales enfermedades por las cuales los pacientes asisten a consultas oftalmológicas, como la miopía, astigmatismo, hipermetropía o presbicia. Aunque los anteojos y lentes de contacto contribuyenxa0 a corregir estos efectos negativos, procedimientos quirúrgicos como la cirugía Lasik muestran soluciones definitivas a estos trastornos.

La primera opción para corregir estos defectos de refracción son los anteojos, siendo un método que se masificó rápidamente. No obstante, por motivos estéticos y de comodidad, varias personas rechazan su utilización.

Luego, los lentes de contacto aparecieron como otra alternativa. Sin embargo, su uso significa una práctica muy rigurosa en su manipulación e higiene. Tampoco es aconsejable el abuso de estos lentes, ya que su utilización prolongada puede ocasionar otros trastornos oculares como enrojecimiento, sequedad y, en casos más graves, la formación de bacterias y hongos que podrían corroer al ojo.

La cirugía Lasik para corregir trastornos oculares

En contraste con los anteojos y los lentes de contacto, la cirugía Lasik ofrece una corrección definitiva del defecto de refracción, sin tener que depender de objetos externos para una buena vista. xa0Asimismo, los nuevos procedimientos demoran menos tiempo, son indoloros y cuentan con una recuperación más temprana.

Esta intervención quirúrgica se realiza a través de un moldeo de la córnea, corrigiendo totalmente las anomalías del globo ocular. Se debe aplicar anestesia tópica (en gotas), modificando las alteraciones corneales en escasos segundos y sin dolor.

Media hora después de la cirugía, el paciente puede retirarse de la consulta hacia su casa teniendo una visión aceptable, que irá mejorando gradualmente en las siguientes 48 horas. Pueden existir molestias leves, que se atenúan con la administración de gotas.

¿Cuándo es conveniente cada método?

Todas estas técnicas se aplican después de realizar exámenes específicos que determinan el mejor tratamiento para la córnea. En estas pruebas se revisa el espesor y formato corneal, así como todas las anomalías que puede tener el ojo.

Ya teniendo todas las conclusiones de estos chequeos, el oftalmólogo resuelve cuál es el método más apropiado para cada persona. También se toman en cuenta factores como su estilo de vida y nivel de actividad.

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