El ojo tiene una forma circular, es por eso que lo llamamos “globo ocular”. Sin embargo, con el paso de los años y por falta de colágeno, puede adoptar una forma cónica o parecida a un balón de rugby. Al adquirir esta morfología irregular, la luz no se puede refractar en todos los meridianos del ojo. Esto da origen al astigmatismo.
El astigmatismo puede ser congénito y corregirse de manera natural con la mayoría de edad, aunque en algunos pacientes puede no ser así. De esta manera, se convierte en un factor de riesgo para sufrir queratocono.
Para los oftalmólogos, cualquier cambio igual o superior a 0,5 dioptrías que se manifieste durante la adolescencia o que los defectos refractivos sean mayores en un ojo, son antecedentes que se deben mantener en cuenta porque pueden ser los primeros síntomas del queratocono.
El queratocono es una alteración del globo ocular donde se produce un adelgazamiento progresivo de la zona central o paracentral de la córnea. Es la primera causa de trasplante corneal en pacientes jóvenes.
Esta condición es hereditaria aproximadamente en un 25% de los casos. También hay casos relacionados con alergias oculares o frotamiento continuo de los ojos. En el resto de las situaciones, se manifiesta de forma esporádica, ligado a patrones complejos de herencia que aún se siguen investigando.
Si bien no existen medidas preventivas frente a esta enfermedad, hay tratamientos para frenarlo si su detección ha sido temprana. También existen formas leves que no producen alteración visual y que solo se diagnostican con estudios topográficos.
La población de mayor riesgo son los niños, adolescentes y jóvenes, por lo que es importante promover las revisiones oculares entre estos grupos de edad.
Los especialistas sugieren a los familiares directos de los pacientes con queratocono, pese a no estar aparentemente afectados, se sometan a examen visual, ya que podrían ser propensos a la enfermedad.