La arteritis de células gigantes es una enfermedad autoinmune y genética que provoca una disminución visual grave y súbita, lo que permite a la persona solamente percibir luces y sombras. También la acompaña un dolor ocular intenso. De no tratarse, esta puede generar ceguera en el lapso de pocas semanas.
La enfermedad surge en mujeres, de forma inesperada, especialmente desde los 50 o 60 años de edad. Consiste en una inflamación considerable de las arterias cercanas a los ojos, lo que deriva en una abrupta pérdida de la vista.
El inconveniente visual puede aparecer en uno o ambos globos oculares. El dolor característico del mal se identifica por su expansión, desde la parte aledaña a los ojos, en el rostro, hasta el cuero cabelludo.
Como se mencionaba, esta afección se desarrolla por motivos genéticos. Es decir, la información viene codificada y, por algún motivo, la enfermedad se activa alrededor de la quinta década de vida.
Por lo general, el paciente no busca una ayuda especializada con anticipación, sino hasta que sufre un dolor tan agudo que no puede controlarse con analgésicos tradicionales. Por ende, es de suma importancia buscar una atención profesional inmediatamente si es que se presentan los síntomas descritos.
Es primordial que en la visita al oftalmólogo se informen si existen antecedentes familiares con pérdida súbita de la vista, para que el caso sea detectado con mayor rapidez.
Además de la genética, no existe otro factor que se vincule a la enfermedad ni a sus manifestaciones. Se podría considerar una tumoración cerca del vértice de la órbita que comprima los nervios, pero aquello está sujeto a evaluación, según los especialistas.
Fuente: informador.com.mx