Aunque la iluminación del sol puede originar enfermedades visuales severas mediante la exposición directa, la luz artificial también conlleva efectos negativos.
Si comparamos los efectos de la luz natural con la luz artificial, encontramos que la luz solar es la que emite la radiación más potente y energética. Por ende, mucho de los daños oculares severos que causa la luz natural no los puede ocasionar la artificial. Por ejemplo, es común sufrir quemaduras leves en la córnea por esquiar sin protección visual. No obstante, esta lesión no la podríamos padecer por trabajar de manera prologada frente a la pantalla del computador.
Los problemas de la luz artificial
Si bien señalamos que la luz natural acarrea problemas visuales más graves, la luz artificial también tiene sus inconvenientes. El primer tipo de radiación genera una luz homogénea, donde el ojo se adapta más fácilmente a umbrales de contraste. Por su parte, si se trabaja con el segundo tipo de iluminación es más probable que estos umbrales se produzcan en el mismo entorno, contribuyendo a la fatiga de la vista. Por esto se aconseja leer con luz natural y al lado de una ventana.
Otro problema el deslumbramiento por el reflejo de la luz sobre el papel blanco, que ocurre frecuentemente con el uso de la luz artificial.
Por otra parte, ciertas luminarias como las de tipo fluorescente carecen de luz continua, aunque nuestros ojos la perciban de esa manera. Así, también puede producirse fatiga ocular. Cabe mencionar que las ampolletas de ahorro de energía, muy masificadas hoy, son fluorescentes.
El mito de leer con poca luz
Cuando niños, muchas personas fueron reprendidas por sus padres por leer con una luz débil, argumentando que esta costumbre reduciría la vista. Sin embargo, no existe peligro de que esto ocurra. La única consecuencia de este hábito podría ser una fatiga visual transitoria.
¿Cuál es la iluminación ideal?
La luz óptima para realizar labores que no requieren el uso de aparatos electrónicos, es la natural de intensidad media, como la que se genera en una habitación con ventanas. La iluminación del sol no causa los problemas ya descritos y, al tener una potencia intermedia, no existe peligro de desarrollar alguna afección.