De manera curiosa, al momento de comer se crea mayor actividad en el área de la corteza cerebral enfocada en la visión, incluso más que en la que está asociada al paladar y la lengua. En otras palabras, nuestros ojos se transforman en el órgano gustativo principal.
El director del Crossmodal Research Laboratory de la Universidad de Oxford (Reino Unido), Charles Spence, explicó que en el cerebro se procesa «la información visual recibida con experiencias visuales pasadas, lo que permite reconocer y apreciar lo que se está viendo».
En la industria alimentaria están conscientes de que todo ingresa por la vista. Por este motivo, se esfuerzan por llevar a cabo investigaciones y tratar de crear presentaciones y envoltorios que produzcan confianza y sean atractivos.
También otros factores que solo pueden estar en la mente de los consumidores juegan un rol importante. Un estudio llevado a cabo por el investigador George H. Van Doorn, en 2014, demostró que el sabor de un café “latte” estaría influenciado por el color de la taza: cuando era blanca, sabía menos dulce que cuando era servido en recipientes azules y transparentes.
Asimismo, la revista especializada “Nautilus” recopiló diversos experimentos que se han hecho para saber si el cambio de color afecta a la sensación del sabor.
.Entre las conclusiones interesantes sobre color y comida halladas por los investigadores, tenemos las siguientes:
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El color rojo remite a sabores más dulces.
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Los colores brillantes sugieren bebidas más dulces.
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Un té en envase transparente sugiere que está más frío.
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La forma y color de un plato incide en los juicios del gusto y calidad.