Larry Hester, de 66 años, se convirtió en la séptima persona en recibir un implante de ojo biónico. Una enfermedad degenerativa provocó su pérdida de visión.

Durante los últimos 30 años, Larry Lester estuvo ciego. Le detectaron retinitis pigmentosa, una patología degenerativa que lo dejó con esta condición.

No obstante, al paciente del Duke Eye Center, en Carolina del Norte, Estados Unidos, le fue implantado un ojo biónico, el que fue activado tres semanas después. Con nerviosismo, Larry esperó sentado la activación del sensor que podría devolverle la vista.

Posteriormente, se comprobó el éxito del implante, cuando el paciente manifestó que podía ver la luz que el médico le coloco frente a sus ojos. Así, y después de 30 años, pudo ver por primera vez a su esposa, quien también lo acompañaba en ese momento.

A través de una tecnología inalámbrica, el sensor se implanta en el ojo para poder detectar las señales lumínicas que se envían desde una cámara montada en lentes especiales.

Aunque el cirujano señaló que el implante no le retornaría una vista normal, sí le brindaría una ayuda ocular relevante como, por ejemplo, diferenciar algunos objetos de otros.

Hester manifestó que una de las mejores sensaciones que experimentó fue haber podido ver un partido de fútbol. Ahora, después de la aplicación de este método, el paciente debe aprender a distinguir formas y objetos desde los destellos producidos por el artefacto.

Por último dijo que tenía la disposición para entregar a los investigadores algunos datos que podrían usarse para mejorar la tecnología. Por ende, el objetivo es que una próxima generación de pacientes con estos problemas visuales puedan beneficiarse de esta iniciativa pionera.

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