Una nueva terapia genética creada por científicos de la Universidad de Pensilvania y la de California en Berkeley, en Estados Unidos, le proporcionó a ratones ciegos una visión suficiente como para poder orientarse en un laberinto, de la misma forma que ratones normales.

En el mismo tipo de experimento, pero aplicado en perros, también se ha conseguido recuperar una parte notable de la respuesta a la luz en sus retinas. Los animales fueron escogidos porque heredaron una condición genética producida por el mismo trastorno que sufren algunos pacientes con retinosis pigmentaria humana.

Esto haría posible futuros ensayos clínicos de la terapia en humano. De esta manera, los pacientes tendrán la posibilidad de explicar qué ven con este método, comprobando si existe una mejora en la percepción conforme avanza el tratamiento.

Según la conducta de ratones y perros, se puede detectar que captan la luz y que esto les ayuda a orientarse con la visión. No obstante, es complejo conocer con precisión hasta qué punto llega esta capacidad visual restaurada.

La terapia aplica un virus para insertar un gen para un canal iónico común en el interior de células de la retina comúnmente insensibles a la luz y que sobreviven a las células que son fotorreceptoras naturales, reconocidas como conos y bastones, perdidas debido a enfermedades como la retinosis pigmentaria.

El cerebro contribuye con una relevante labor al procesar señales y brindando una reconstrucción coherente de nuestro entorno. Sin embargo, avances obtenidos como los de esta investigación, según los expertos, son pasos fundamentales para mejorar la calidad de vida de personas total o parcialmente ciegas.

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