Frente a la pérdida de la vista, el apoyo de la familia y cercanos es fundamental para ayudar a la persona a mantener su estabilidad emocional y lograr una rápida adaptación.
Es indudable que la pérdida de la visión tiene un gran impacto físico. En un principio, actividades cotidianas como vestirse, desplazarse o de higiene personal se convierten en tareas tremendamente complejas. Ante esto, las personas invidentes pasan por sentimientos de frustración e inadecuación.
Depresión, sensación de pérdida y una resignación que en muchas ocasiones tarde en llegar, son otras de las sensaciones que experimentan.
Consejos para afrontar la ceguera
Si algún familiar o cercano pasa por esta difícil situación, existe una serie de recomendaciones para ayudarlos a asumir la carencia visual de la mejor manera.
-Si al salir con la persona xa0invidente ella utiliza bastón o un perro de asistencia, hay que dejarla que se apoye en éstos y no interferir. Si bien siempre aprecian la compañía, el bastón o animal les brinda mayor independencia y costumbre, para cuando deban desplazarse solos por la calle. No obstante, siempre significa una ayuda informarles sobre cambios en la forma de la superficie como, por ejemplo, la proximidad a una escalera.
-Si planeas hacer cambios en la distribución de los muebles en casa, es muy necesario avisarle a la persona.
-Para seguir contribuyendo en la vida doméstica, luego de ocupar un objeto es importante volver a ponerlo donde se estaba.
-Al ofrecerse a leer correspondencia o noticias, antes se debe leer el título de cada artículo para que la persona pueda entregarles prioridad. Asimismo, cuando se lea una carta dirigida, debe hacerse de forma completa. A nadie le gustaría que otro pueda decidir lo que puedes leer o no.
-La persona invidente notará cuando evitas palabras como “ver”, “mirar” u “observar” cuando estás en su presencia. Esto es una señal de que existe la aceptación de una diferencia o de pena por la carencia visual del otro, por lo que estas palabras deben tratarse de la forma más natural posible. El verdadero problema radica en los temores que el ciego pueda poseer.
La tarea de adaptación incumbe a toda la familia, por lo que la confianza y la comunicación son primordiales para que el proceso sea fluido y exitoso.