Un estudio reciente sugiere que casi el veinte por ciento de los niños que tienen pérdida sensorioneural de la audición también tienen trastornos oculares.
Según el estudio de la Universidad de Washington (EU), que se publica en Archives of Otolaryngology-Head & Neck Surgery, tres de cada 1.000 niños tienen algún grado de pérdida auditiva neurosensorial, que ocurre como resultado de un daño en el oído interno.
La mitad de todos los casos se deben a factores medioambientales y la otra mitad por causas genéticas; el gen GJB2 explica una amplia proporción de casos de pérdida auditiva neurosensorial en pacientes blancos.
«Especialmente en los primeros años de vida, la pérdida auditiva neurosensorial está asociada con retrasos en el lenguaje, el habla y el desarrollo cognitivo y social», señalan los autores.
Pérdida auditiva y oftalmología
«Dados los efectos de la alteración auditiva, los niños con pérdida auditiva neurosensorial son particularmente dependientes de otros medios para adquirir información. Si estos niños pasaran por alto estas anomalías oftalmológicas que limitan su agudeza visual, podrían tener futuros efectos perjudiciales en el desarrollo».
El equipo de la Universidad de Washington examinó manifestaciones oftalmológicas en 226 pacientes con pérdida auditiva neurosensorial que habían pasado por el hospital infantil entre 2000 y 2007, de éstos:
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49 (21,7 %) presentaron una anomalía oftalmológica, incluyendo 23 (10,2 %) con errores de refracción (miopía, hipermetropía y astigmatismo) y 29 (12,8 %) sin errores de refracción.
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La causa de la pérdida auditiva neurosensorial fue sindrómica en 11 pacientes (4,9 %) y cinco (2,2 %) tenían síndromes relacionados con problemas oftalmológicos.
A todos los participantes se les ofreció la oportunidad de someterse a un análisis genético en busca de mutaciones en GJB2. De los 144 pacientes que se sometieron al test:
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27 (18,8 %) tenían dos copias mutadas del gen GJB2, y de éstos uno (3,7 %) presentaba anomalías oftálmicas.
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Además, 11 presentaban una sola copia del gen mutado y 22 de los 106 pacientes (20,8 %) no tenían mutaciones.
«Esto apoya la impresión de que las mutaciones de GJB2 tienen como consecuencia pérdida auditiva neurosensorial pero no síndromes o anomalías adicionales», aseguran los autores.
Conclusiones
«Es importante el acercamiento multidisciplinar en la evaluación y el tratamiento de los niños con pérdida auditiva sensorioneural para asegurarse de que se han cumplido sus necesidades médicas, educacionales y sociales», concluyen los autores.
«La evaluación oftalmológica puede beneficiar a los pacientes permitiendo a los oftalmólogos diagnosticar (y posiblemente tratar) trastornos coexistentes que afectan a la visión y ayudando a los otorrinolaringólogos a determinar la causa de pérdida auditiva sensorioneural«.