No es fácil para ningún padre o madre aceptar y entender que su hijo ha nacido ciego o se quedó ciego en los primeros años de su vida. Al terrible golpe recibido se suma el desconocimiento de cómo actuar. Si se aplican conocimiento y recursos apropiados, se conseguirá un desenvolvimiento satisfactorio del bebé ciego o con baja visión en los aspectos fundamentales de su persona: afectivo, social, intelectual y motriz.

Lógicamente, al faltarle al niño información visual, su desarrollo será, en algunas áreas, más lento del que el niño que ve. Pero si él y sus padres reciben apoyo desde el principio por personas con experiencia, podrá llevar una vida estimulante y plena. Es importante acudir cuanto antes a un centro especializado multidisciplinar, que sean capaces de potenciar al máximo las habilidades del niño. Es básico aplicar un conjunto de medidas de orden psicopedagógico, médico y social, encaminadas a proporcionar estrategias alternativas y/o compensadoras de la pérdida parcial o total de la visión, a fin de que las desviaciones del desarrollo se minimicen al máximo posible, cuando no sea posible su erradicación.

Los niños con impedimentos visuales deben ser evaluados lo más precoz posible para poder beneficiarse de los programas de intervención temprana. Los niños con baja visión o vista parcial pueden hacer uso de las nuevas tecnologías, computadoras, materiales de video, materiales de imprenta grandes, libros en casete y braille.

Pueden necesitar de ayuda adicional con aparatos especiales para estimular sus habilidades auditivas, comunicación, orientación y movilidad, así como orientación escolar y profesional y el aprendizaje de las destrezas necesarias para realizar una vida normal.

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