En los libros de oftalmología no existe tipificada una enfermedad llamada “fatiga visual”; lo más parecido es la llamada “vista cansada”, y no siempre es lo mismo. La fatiga visual, como tal, existe como síntoma, pero puede deberse a varias causas. Mucha gente acepta como normal que el ojo se cansa de “ver”, que utilizar los ojos durante muchas horas es suficiente motivo para que se canse. Lo mismo que el esfuerzo físico fatiga a los músculos, el esfuerzo visual fatiga a los ojos.
No es así, para que un ojo se “fatigue”, tienen que darse unas circunstancias concretas, algo que diferencie su funcionamiento del normal (en circunstancias, digamos normales desde el punto de vista de evolución de la especie humana, el ojo sano no debe cansarse por su normal funcionamiento). Otros órganos del cuerpo humano (el hígado, el corazón) trabajan incansablemente las 24 horas del día, y casi nunca muestran signos de fatiga en el inidividuo sano.
Otra expresión que se usa mucho es la de “forzar la vista”. Y una creencia normal es pensar que el uso continuado de los ojos, aparte de fatigarlos, puede hacer perder visión. Y como ocurre con frecuencia, se establece una confusa identificación entre conceptos muy diferentes como son la cantidad de visión, las dioptrías y el esfuerzo visual. El ojo está diseñado para estar funcionando siempre que estemos despiertos, eso no supone un sobreesfuerzo. Sólo se produce un sobreesfuerzo en determinadas circunstancias, y en ese momento incluso se puede percibir visión borrosa. Pero en ningún caso esa visión borrosa es permanente, ni se amenaza realmente la capacidad visual. Por último, y también muy importante, el esfuerzo visual no produce dioptrías. Sí que puede descompensar una graduación previa; es decir, sacar a la luz unas dioptrías que el paciente ya tenía previamente, pero que el ojo las iba compensando. Pero no se generan dioptrías nuevas.