Muchas personas piensan que se puede detectar a un mentiroso por medio de su mirada. No obstante, un reciente estudio de las universidades de Edimburgo (Escocia) y de Hertfordshire (Inglaterra) asegura que esa difundida creencia no tiene fundamento.
Hay quienes defienden que es posible saber si una persona miente gracias al movimiento de sus ojos, de tal forma que si alguien levanta la vista hacia la derecha no está siendo honesto, pues visualiza un suceso “construido” por su mente, o bien, imaginado. Mientras, si lo hace en dirección a la izquierda dice la verdad ya que, probablemente, visualiza un “recuerdo” de su memoria.
No obstante, una reciente investigación publicada en la revista PLoS ONE, liderada por los británicos Richard Wiseman y Caroline Watt, puso a prueba la creencia.
Comprobado científicamente
En una primer prueba los científicos analizaron a voluntarios cuyas imágenes fueron grabadas cuando mentían o decían algo cierto. A partir de estas imágenes, se codificaron cuidadosamente los movimientos oculares de todos los participantes.
En un segundo experimento, se pidió a otro grupo de participantes que mirasen los videos grabados en la prueba anterior, y que intentaran detectar en ellos las mentiras de los voluntarios del primer grupo, a partir del movimiento de sus ojos.
De acuerdo a Wiseman, el análisis de la primera prueba no reveló “ninguna relación entre la mentira y el movimiento de los ojos”. En tanto el segundo, demostró que conocer las teorías neurolingüísticas no mejoraba la habilidad para detectar las mentiras.
Los ojos no mienten
Los resultados obtenidos en esta investigación no sólo son opuestos a las afirmaciones de los defensores de la PNL, sino que además contradicen los hallazgos realizados con una tecnología presentada en 2010 por expertos de la Universidad de Utah, en Estados Unidos.
Un equipo de investigadores de dicha Universidad informó de la creación de un sistema que sí permite detectar la mentira a través de los ojos, superando en la exactitud de sus diagnósticos al tradicional polígrafo.
Concretamente, el sistema funcionaba con un programa informático específico capaz de interpretar el significado del movimiento ocular, y estaba basado en la idea de que mentir requiere de un esfuerzo cognitivo mayor que decir la verdad, esfuerzo que se refleja en los ojos.