La córnea es la parte frontal transparente del ojo que cubre el iris, la pupila y la cámara anterior. Junto con la cámara anterior y el cristalino, refracta la luz y es responsable de dos terceras partes de la potencia total del ojo y ayuda a proteger el ojo de gérmenes, polvo y otros materiales dañinos. En los humanos, el poder refractivo de la córnea es de aproximadamente 43 dioptrías.

 Las enfermedades de la córnea son variadas y pueden causar dolor y pérdida de la visión. Entre ellas podemos encontrar errores de refracción, alergias, infecciones, lesiones, distrofias (condición en que algunas partes de la córnea pierden transparencia debido a la acumulación de material turbio).  El tratamiento de las enfermedades de la córnea incluye medicinas, trasplante y cirugía láser.

 Queratitis punteada superficial

Esta  enfermedad consiste en que las células de la superficie de la córnea mueren a causa de una infección vírica o bacteriana, sequedad de los ojos, exposición a los rayos UV (luz solar, lámparas solares o arcos de soldadura), la irritación por el uso prolongado de lentes de contacto o una reacción alérgica. También puede ser el efecto secundario de la administración de vidarabina.

Se siente dolor en los ojos, que se tornan llorosos, sensibles a la luz e inyectados de sangre, y la visión puede ser ligeramente borrosa. Cuando los rayos ultravioleta causan esta enfermedad, los síntomas generalmente no aparecen hasta al cabo de varias horas y duran unos días. Cuando un virus provoca este proceso, el ganglio linfático que se encuentra delante de la oreja puede estar inflamado y doloroso.

Casi todas las personas que padecen esta enfermedad se recuperan por completo. Cuando la causa es un virus, no se necesita ningún tratamiento y la recuperación suele completarse en 3 semanas. Cuando la causa es una infección bacteriana, se recurre a los antibióticos y cuando es debida a la sequedad de los ojos o los rayos UV, se aplica un tratamiento con pomadas y lágrimas artificiales.

 Úlcera de la córnea (úlcera corneal)

Esta condición es una perforación de la córnea, generalmente debida a una infección provocada por bacterias, hongos, virus o la Acanthamoeba. En otras ocasiones, es consecuencia de una herida. Cuando los párpados no se cierran correctamente para proteger el ojo y humedecer la córnea, pueden aparecer úlceras debidas a la sequedad y la irritación.

Las bacterias (en general los estafilococos) pueden infectar y ulcerar la córnea cuando el ojo ha sufrido una herida, haya entrado en él un cuerpo extraño o esté irritado por las lentes de contacto. Los hongos pueden causar úlceras de crecimiento lento. En muy raras ocasiones, la deficiencia de vitamina A o de proteínas puede producir una ulceración de la córnea.

Las UC producen dolor, sensibilidad a la luz y una mayor secreción de lágrimas. Puede aparecer un punto blanco amarillento de pus. En ciertos casos, las úlceras aparecen sobre toda la córnea y pueden penetrar en profundidad y cierta cantidad de pus puede acumularse además detrás de la córnea. Cuanto más profunda es la úlcera, más graves son los síntomas y las complicaciones.

Las úlceras de la córnea pueden cerrarse con un tratamiento, pero pueden dejar como secuelas un material turbio y fibroso que causa cicatrización e impide la visión. Otras complicaciones incluyen las infecciones persistentes, la perforación de la córnea, el desplazamiento del iris y la destrucción del ojo.

Infección por herpes simple

La manifestación inicial de la infección corneal por herpes puede parecer una infección bacteriana leve porque los ojos están ligeramente doloridos, llorosos, rojos y sensibles a la luz. La inflamación de la córnea nubla la visión. Sin embargo, la infección por herpes no responde a los antibióticos, como haría una infección bacteriana, y suele empeorar cada vez más.

Con mayor frecuencia, la infección produce solo ligeros cambios en la córnea y desaparece sin tratamiento. En muy raras ocasiones, el virus penetra profundamente en la córnea, destruyendo su superficie. La infección puede ser recurrente, dañando aún más la superficie de la córnea. El virus del herpes simple también puede provocar un incremento en el crecimiento de los vasos sanguíneos, empeoramiento de la visión o pérdida total de la misma.

El médico puede recetar un fármaco antivírico como la trifluridina, la vidarabina o la idoxuridina, que en general se recetan en forma de pomada o solución que se aplica sobre el ojo varias veces al día. A veces, para contribuir a acelerar la curación, el oftalmólogo tiene que raspar suavemente la córnea con un bastoncito con punta de algodón para eliminar las células muertas y las dañadas.

Infección por herpes zoster

El herpes zoster es un virus que crece en los nervios y puede diseminarse por la piel, provocando lesiones muy típicas. Esta enfermedad no necesariamente afecta al ojo, incluso aparece en la cara y la frente. Pero si la división oftálmica del quinto nervio craneal (nervio trigeminal) resulta infectada, esta infección probablemente se extienda hacia el ojo.

Esta infección produce dolor, enrojecimiento e hinchazón de los párpados. Una córnea infectada puede hincharse, resultar gravemente dañada y desarrollar cicatrices. Las complicaciones más comunes de la infección corneal incluyen el glaucoma permanente y la falta de sensibilidad cuando se toca la córnea.

Cuando el herpes zoster infecta la cara y amenaza el ojo, el tratamiento precoz con aciclovir administrado en forma oral durante 7 días reduce el riesgo de complicaciones oculares. Los corticosteroides, generalmente en forma de gotas, también pueden resultar de gran ayuda. Las gotas de atropina suelen utilizarse con frecuencia para mantener la pupila dilatada y ayudar a evitar que aumente la presión ocular.

Queratitis ulcerativa periférica

 Esta enfermedad consiste en una inflamación y ulceración de la córnea que suele aparecer en personas que padecen enfermedades del tejido conectivo como la artritis reumatoide. Esta condición empeora la visión, aumenta la sensibilidad a la luz y produce la sensación de que un cuerpo extraño está atrapado en el ojo.

Entre las personas que padecen artritis reumatoide y queratitis ulcerativa periférica, alrededor del 40% mueren tras 10 años de la aparición de la queratitis ulcerativa periférica, a menos que se sometan a un tratamiento. Los tratamientos con medicamentos que inhiben el sistema inmunitario reducen el índice de mortalidad a un 8 por ciento en 10 años.

 Queratomalacia

La queratomalacia (xeroftalmía, queratitis xerótica) es una enfermedad en la que la córnea se seca y se vuelve opaca debido a una deficiencia de vitamina A, proteínas y calorías en la dieta. La superficie de la córnea muere y pueden aparecer úlceras e infecciones bacterianas. Las glándulas lagrimales y la conjuntiva también se ven afectadas, lo que deriva en una inadecuada producción de lágrimas y sequedad de los ojos.

La ceguera nocturna (visión muy deficiente en la oscuridad) puede desarrollarse debido a una deficiencia de vitamina A. Las gotas o pomadas con antibiótico pueden ayudar a curar las infecciones, pero es aún más importante corregir la falta de vitamina A con suplementos vitamínicos o bien solucionar la desnutrición con una dieta enriquecida o con suplementos.

Queratocono

 El queratocono es un cambio gradual de la forma de la córnea, que acaba pareciéndose a un cono. La enfermedad comienza entre los 10 y los 20 años. Uno o ambos ojos pueden verse afectados, lo que produce grandes cambios en la visión y exige frecuentes cambios en la prescripción de gafas o lentes de contacto.

Los lentes de contacto suelen corregir los problemas de visión mejor que las gafas, pero a veces el cambio de la forma de la córnea es tan intenso que las lentes de contacto no pueden ser utilizadas o bien no consiguen corregir la visión. En casos extremos, puede ser necesario realizar un trasplante de córnea.

Queratopatía ampollar

La queratopatía ampollar es una tumefacción de la córnea que aparece con más frecuencia en los ancianos. En casos excepcionales, la queratopatía ampollar tiene lugar tras una cirugía de los ojos, como la de cataratas. La tumefacción produce ampollas llenas de líquido sobre la superficie de la córnea que pueden romperse, causando dolor y disminuyendo la visión.

La queratopatía ampollar se trata reduciendo la cantidad de líquido en la córnea mediante soluciones salinas o lentes de contacto blandas. En muy raras ocasiones, es preciso hacer un trasplante de córnea.

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