La miopía consiste en un defecto refractivo, donde el ojo pierde la capacidad de enfocar elementos lejanos, haciendo que se vean borrosos.
La cirugía Lasik cambia la superficie de la córnea a través de un corte y posterior disminución de su espesor para corregir el problema refractivo, en este caso la miopía. Este procedimiento quirúrgico usa gotas de anestesia, para que después del corte aplicar impactos de láser sobre el espesor de la córnea para volver a ubicar la lamina corneal en su lugar. Esta técnica se realiza en el quirófano, con las medidas de esterilidad y seguridad requeridas.
No obstante, antes de someterse a la intervención, es necesario llevar a cabo un pre chequeo quirúrgico para determinar si el paciente es apto para la operación.
La operación se realiza bajo anestesia tópica, siendo totalmente indolora para el paciente. La única molestia leve que se puede experimentar es en los párpados, donde se ubica un speculum para impedir el cierre de los ojos. También es habitual que las personas sientan presión en ciertos momentos de la cirugía.
Etapa de recuperación
Con el Lasik no se requiere tapar el ojo luego de la intervención, por lo que la mayoría de las veces se prefiere operar ambos ojos en una misma sesión. Asimismo, de esta manera la recuperación postoperatoria es más rápida.
De forma habitual, la evolución después de la operación permite realizar actividades cotidianas de forma rápida, pero que deben ser indicadas por el oftalmólogo. Esta fase requiere el uso de colirios y, a veces, un tratamiento general.
Si bien los resultados pueden ser variables para cada paciente, la mayor parte de estos no muestran molestias y tienen una visión superior a un 90% al día siguiente de la operación, situación que les permite llevar a cabo sus actividades diarias de manera normal.