El arribo de la realidad virtual hace surgir la duda de cómo se afectan los distintos defectos y enfermedades de nuestros ojos con los cascos.
La mayor parte de los cascos de realidad virtual pueden funcionar sin quitarse los lentes, aunque no es la opción ideal. Por ende, no son totalmente compatibles. Este problema ya se ha visto anteriormente cuando comenzó a desarrollarse la tecnología 3D.
La miopía e hipermetropía son una de las condiciones más comunes. Las plataformas Oculus Rift, HTC Vive, Samsung Gear VR y PlayStation VR, todas disponen de un método para alejar o acercar la pantalla. Lo común es no tener las mismas dioptrías en ambos ojos, por lo que la solución ideal en los cascos de realidad virtual es el ajuste de los dos lentes de manera individual, para poder acercar o alejar de manera independiente. Si se tienen menos de 7 u 8 dioptrías se podría usar cualquiera de estos podemos sin los lentes ajustando al máximo la posición de las pantallas, pero esto también depende de que ambos globos tengan dioptrías bastante similares.
En contraste, el astigmatismo es complejo de solucionar en estos casos, ya que los usuarios deberán conformarse con ponerse los cascos sobre los lentes.
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Otro problema de esta tecnología es la separación de las pupilas, ya que no todos tienen una medida estándar. . Lo habitual son 63 o 64 milímetros de distancia del dentro de un ojo hasta el otro, pero esto varía según cada individuo. Generalmente, se puede corregir por software cuando uno de los globos oculares – ambos- enfoquen mal parte o el total del panorama visual.
Para evitar estos inconvenientes, la cirugía Lasik es un método definitivo de corrección de errores refractivos.
Fuente: hipertextual.com