El requerimiento médico de corrección de enfermedades como el astigmatismo, la miopía, así como el control de otras que tienen que ver con la edad, como la presbicia, hacen primordial la adquisición de unos lentes de calidad. No obstante, hay una gran oferta de formas y diseños, por lo que muchos no consideran la calidad del cristal.
Ya que una gran parte de las personas eligen sus anteojos considerando los colores, materiales y formas, es de suma importancia priorizar la calidad del cristal al momento de proteger la visión. Los especialistas indican que unos buenos cristales inciden en el futuro de la vista de las personas que sufren de alguna patología visual, por lo que los lentes deben componerse de ciertas características fundamentales: transparencia, capacidad dióptrica, espesor, homogeneidad y protección del cristal. Para asegurar estos atributos, los lentes deben ser adquiridos en un sitio establecido y certificado, en donde un experto asegure la presencia de estas cualidades.
En cuanto a las personas de la tercera edad, un lente de mala calidad podría generar inconvenientes de visión distorsionada, reflejos molestos o una incorrecta compensación de la afección ocular que está tratándose.
Entre los riesgos fundamentales de un lente de mala calidad, tenemos:
– Agudeza ocular de la persona no llega a su capacidad máxima.
– Carecer de la transparencia apropiada.
– Reducción de la vida útil del lente.
– Inconvenientes generales de la vista, como la percepción de figuras difusas.
Para cuidar tus anteojos e incrementar la vida útil del cristal, se pueden tomar las siguientes medidas:
– Buen trato y control cuidadoso del lente.
– Administrar un tratamiento de “capa dura” a la superficie del lente. Esta acción contribuye a mejorar su vida útil.
– Almacenarlos siempre en una caja sólida especial para los mismos, siempre que no se estén utilizando.
– Limpiarlos solamente con un paño especial para este fin. No se debe usar ropa u otras telas que puedan rayar el lente.