El problema de los lentes sin receta médica es que, aunque el paciente logre ver bien por un tiempo, no recibe un examen que ayude a detectar enfermedades más graves, como por ejemplo el glaucoma. Las personas de la tercera edad son más propensas a desarrollar enfermedades visuales severas, por lo que es importante someterse a controles oftalmológicos regulares.
En ciertas zonas del comercio, es común encontrar diversos modelos de anteojos y obtenerlos fácilmente sin la necesidad de contar con una receta médica. Estos lentes, por su graduación inadecuada, pueden ocasionar dolor de cabeza, fatiga ocular y ojos llorosos. Además, al no asistir a consulta con unxa0 oftalmólogo, no puede detectarse la presencia de alguna posible afección severa en la visión.
Asimismo, al estar manufacturados de forma estándar y la distancia pupilar no se calcula, la consecuencia es que los cristales tengan imperfecciones que no permiten la formación de una imagen correcta.
Exámenes oftalmológicos con regularidad
Como estos lentes no permiten conocer el desarrollo de alguna patología, es fundamental someterse a exámenes oftalmológicos periódicos.
Entre los 30 y 40 años de edad es donde menos complicaciones oculares aparecen. Por este motivo, las dificultades visuales que ya se tengan deben ser revisadas en controles de rutina cada tres o cuatro años.
Después, entre los 40 y 45 años pueden desarrollarse los primeros síntomas de presbicia, una afección que aparece en toda la población en cierto momento de su vida. Los globos oculares empiezan a tener problemas de enfoque.
Por último, en la tercera edad, los exámenes visuales deben hacerse con más regularidad. Desde los 60 años de edad en adelante, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y las cataratas son las afecciones fundamentales que surgen en este rango etario. Por ende, se recomienda asistir a chequeos oftalmológicos cada dos años o, idealmente, de manera anual.
La degeneración macular relacionada a la edad es uno de los principales motivos de una vista defectuosa y ceguera irreversible en el mundo, siendo una enfermedad severa y progresiva.
Por su parte, las cataratas son una afección que genera una opacidad gradual del cristalino (lente que se sitúa en el interior del globo ocular). Al carecer de su transparencia habitual, se bloquea el paso de la luz hacia la retina, provocando una visión borrosa o nublada.