Una de las primeras medidas a tener en cuenta es la realización periódica de controles de agudeza visual y de los ojos. Así, dentro de los reconocimientos médicos durante la infancia, el pediatra, mediante la historia clínica y el control de la agudeza visual, puede detectar tempranamente un problema de la visión. También debe de acudirse a revisar ante problemas de agudeza visual, visión anómala, dolor ocular, etc. La recomendación de revisiones periódicas es de especial relevancia en personas diabéticas, hipertensas o que padecen alguna enfermedad ocular.
Mediante estos controles se pueden detectar tempranamente lesiones, problemas de agudeza visual, o enfermedades cuyo tratamiento temprano puede permitir reducir la pérdida de visión.
Los exámenes oculares suelen comprender el estudio de fondo de ojo, de la agudeza visual, del campo visual y la determinación de la tensión ocular. Para la realización del estudio de fondo de ojo es necesario dilatar la pupila, que se realiza mediante la aplicación en el ojo de un colirio con fármacos llamados midriáticos (que producen midriasis o dilatación de la pupila).
A través de la pupila el oftalmólogo puede estudiar la retina y los vasos de la misma, identificando las lesiones de enfermedades como la retinopatía diabética, la degeneración macular, o el desprendimiento de retina, entre otras.
Mediante un tonómetro que se coloca encima de la cornea, se mide la tensión ocular, medida importante en el diagnóstico y control del glaucoma.
A través de la comprobación de la capacidad de ver letras o dibujos a una distancia controlada, de distintos tamaños, o de distintos colores, se realiza el estudio de la agudeza visual y la comprobación de la visión de los colores, lo que permite diagnosticar los distintos tipos problemas de agudeza visual (miopía, hipermetropía, astigmatismo, daltonismo, etc.)