Los ojos de los canes no son capaces de detectar el color rojo, los de las libélulas ven en un ángulo de 360º (por esto es compleja su cacería) y los ojos de los caracoles son flexibles. En tanto, el ojo humano es uno de los órganos más complejos del cuerpo.
El globo ocular y lo que ve, especialmente el color, es la investigación desarrollada en la exposición Colour and Vision (Color y Visión) en el Museo de Historia Natural de Londres. La exhibición es un recorrido por 565 millones de años, lo equivalente al tiempo en el que ha evolucionado el ojo como parte u órgano de la especie humana. Anteriormente, todo era gris.
La explosión cámbrica generó una multiplicidad de colores que aparecen en la exposición con animales fosilizados y disecados o especies en formol. Animales en su medio constituyen la mayor parte del catálogo de colores primitivos. El pulpo que tenía el mismo Charles Darwin como mascota en su barco se exhibe en Color y Visión junto a otras muestras que van desde lo más científico, – como una colección de 120 ojos o las primeras analogías de un ojo humano con una cámara fotográfica- , hasta el color como motivación artística contemporánea.
«El color es tan fundamental a la forma con la que vemos el mundo que es difícil imaginarse la vida sin él. Pero el mundo existe para muchos animales, incluidos los que tienen ojos incapaces de formar una imagen. Los científicos del museo han utilizado fósiles y herramientas genéticas para documentar los ojos primitivos, reconstruir la evolución del color y la visión y conocer así mejor los genes que producen los pigmentos», asegura Greg Edgecombe, investigador del museo británico.
Fuente: elmundo.es