La chirimoya es una fruta de invierno que contiene variados beneficios para nuestra salud, en especial para nuestra vista, debido a la gran cantidad de vitaminas que posee. Además no es necesario hacer grandes preparaciones para consumirla, ya que se come tal cual es.
Este fruto está compuesto por un 75% de agua, una gran cantidad de hidratos de carbono (glucosa y fructosa) y posee un alto contenido calórico debido al azúcar que ella contiene. También destaca su gran aporte de fibras y su poder laxante, siendo muy recomendado a las personas que poseen problemas de tránsito intestinal.
Por su contenido en vitamina C, su acción en el organismo repercute en la transportación de hidrógeno y oxígeno, aunque también se encuentra presente en la asimilación de algunos aminoácidos, ácido fólico y del hierro. Esta vitamina posee efectos antioxidantes, por lo que ayuda a nuestros ojos a mantenerse en perfecto estado. Otro de los efectos, es que contribuye a la curación de enfermedades reumáticas, artríticas, digestivas, además de se útil para combatir resfriados.
Asimismo, la vitamina C tiene efectos antioxidantes en las células ante los radicales libres que se encuentran en el cuerpo, impidiendo la oxidación de las membranas celulares, brindando una correcta nutrición y regeneración de tejidos.
Al ser una buena fuente de vitamina A – también llamada retinol- no solo nos ayuda a mantener la juventud, sino que es primordial para la visión nocturna, puesto que ésta estimula la sensibilidad de la luz que posee la retina. Es por ello, que es necesario consumirla para no sufrir problemas al realizar acciones como la conducción nocturna.
Dado a sus diversos beneficios, la mejor forma de poder consumir la chirimoya es sola, pues se trata de una fruta completa en sí misma desde una mirada digestiva; tiene efecto saciante y además regula los niveles de glucosa en la sangre, por lo que se sugiere comerla en el desayuno o como una merienda al mediodía.