Investigadores de la Universidad de Osaka, en Japón, han determinado que al parpadear, el cerebro descansa.

Para entender esta situación, se debe saber que a nivel cerebral existen dos redes neuronales primordiales: la red neuronal por defecto (RND) y la red neuronal de atención dorsal. La primera se activa en estado de reposo, y permite concentrarnos en procesos mentales o tareas cognitivas. En otras palabras, da la posibilidad de la introspección. En contraste, la segunda se activa cuando se está realizando una labor, poniendo atención en lo que nos rodea.

Asimismo, se debe estar consciente de los momentos en que ocurre un parpadeo espontáneo ya que, si se presta atención, generalmente siempre ocurren al seguir pautas determinadas. Generalmente, luego de momentos de gran atención se parpadea, como si esto contribuyera a procesar lo que está sucediendo. Por ejemplo, después de una lectura, o en las pautas que realiza el interlocutor en una conversación.

Recopilando esta información, se han llevado a cabo distintos análisis donde se ha comprobado que en los momentos donde existe un parpadeo espontáneo (donde antes hubo momentos de atención a estímulos externos), se reduce la actividad en la red neuronal de atención dorsal y se incrementa en la red neuronal por defecto.

Esto se ha determinado a través de la utilización de imágenes de resonancia magnética funcional que exhiben el flujo sanguíneo y el metabolismo y, por ende, la actividad de cada área cerebral en determinadas situaciones.

De esta investigación, se concluye que el parpadeo está asociado a la liberación de atención de manera activa de nuestro entorno. Así, tenemos la posibilidad de centrarnos en procesos mentales internos.

 

 

 

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