La pérdida repentina y temporal de la visión, llamada amaurosis fugaz, se produce por la falta de sangre en la retina, por un corto tiempo. Sin embargo, la ceguera temporal puede ocurrir por diversas causas, pero suele no provocar daños permanentes.

La amaurosis fugaz, o ceguera temporal, es generada de manera repentina debido a un bloqueo o bajo flujo sanguíneo que provee al ojo. Esta interrupción se causa, generalmente, por el desprendimiento de algún coágulo o placa (una pequeña cantidad de colesterol), el cual se desprende una arteria principal y que se mueve hacia el ojo o cerebro, alojándose en la arteria principal que alimenta al globo ocular.

El poco flujo sanguíneo que llega al ojo también puede ser generado por un considerable angostamiento de los vasos sanguíneos fundamentales que llevan sangre al cerebro y al ojo. Por lo general, en muy extraños casos, esta condición se convierte en permanente.

Por otra parte, el principal factor de riesgo para la amaurosis fugaz es la aterosclerosis de la arteria carótida en el cuello. Asimismo, los motivos fundamentales de este problema son el colesterol alto, tabaquismo, hipertensión, diabetes y patologías cardiacas.

Otros factores

Al pasar por un malestar psicológico o emocional severo, se puede generar un estado llamado “conversión”. Esta anomalía transforma los efectos mentales en una manifestación física, que en algunos casos aparece como ceguera.

Otra causa de ceguera temporal es el herpes zoster, una afección que se relaciona con una recurrencia de la varicela. Una infección viral derivada del herpes zoster puede causar una reactivación de la patología – sin importar hace cuántos años sucedió – ya que afecta la inmunidad del organismo.

Por último, varias plantas de la familia euforbiáceas, de flores denominadas tabailes, poseen alcaloides y glucósidos que pueden producir una reducción de la vista o ceguera si es que se consumen.

Recomendaciones

Para evitar esta situación, los expertos aconsejan incrementar la cantidad de frutas y verduras en la dieta, realizar ejercicio frecuente, disminuir el consumo de productos ricos en grasas y prescindir del tabaco, como principales medidas.

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