La utilización continua y prolongada de gafas especialmente pesadas puede provocar, sobre todo en las personas mayores, cierta deformación en los párpados que, a su vez, generan lagrimeo e irritación ocular.

Así lo advierte el oftalmólogo del Hospital USP Costa Adeje (Tenerife) José Miguel Pérez-Dieste en un artículo que firma junto con la doctora Castroviejo-Bolívar de la Clínica Oftalmológica de Santiago de Compostela. Este artículo científico ha sido publicado en la web de la revista ‘Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología’.

Investigación

En este documento los especialistas analizan el caso de una mujer de 73 años que sufre lagrimeo e irritación ocular que no remite a pesar del tratamiento médico y sin que fuese evidente una obstrucción de las vías lagrimales. Por eso, optaron por examinarla con sus gafas y así fue como pudieron determinar que ambos párpados inferiores presentaban ectropión de tercio interno, es decir, una deformación del párpado que hace que éste se pliegue hacia fuera.

«Esta paciente mejoró considerablemente tras pasar varios días sin utilizar unas gafas que llevaba desde hacía siete años», subraya el doctor Pérez-Dieste.

El doctor ha precisado que el ectropión palpebral es una causa frecuente de consulta en los despachos de Oftalmología. Ha explicado además que el lagrimeo y la irritación ocular que produce hace que el paciente se limpie y frote constantemente el ojo, lo que empeora su situación.

El peso de las gafas

En los casos en que la gafa es el principal desencadenante de esta patología, ésta se produce porque el apoyo de la misma sobre la mejilla presiona el párpado inferior hasta que provoca la formación de un pliegue; por ello, cuanto más pesada y menos anatómica es la gafa, peor. «El peso de la gafa (33 gramos) tracciona anterior y caudalmente el tejido, forma un pliegue epicanto llamativo y un ligero ectropión de tercio medial, similar al denominado síndrome del centurión«, precisa el especialista.

Se conoce como Síndrome del Centurión a la patología que provoca lagrimeo e irritación ocular en personas con una alteración del tendón cantal interno del ojo de forma que el tercio interno del párpado pierda el contacto normal con el globo ocular. Generalmente se produce en personas con una nariz grande que recuerda a la de los centuriones romanos.

«Gracias al uso de materiales más ligeros y mejores diseños en la construcción de las gafas, estos casos son cada vez menos frecuentes en la práctica clínica», concluyó el doctor José Miguel Pérez-Dieste.

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