El trabajo con computadoras constituye un capítulo especial de un cambio en el estilo de vida que se viene dando en nuestro siglo. En ese trabajo se combinan: una postura sedentaria, intensa tarea de cerca y alimentación frugal (deficitaria). El ojo es, por excelencia, junto con el oído, un órgano eficaz en la comunicación a grandes distancias. La tecnología nos ha impuesto el uso de nuestro sistema visual en ámbitos reducidos durante largos períodos. Al someterlo a estas exigencias se producen manifestaciones que expresan el estado de tensión del sistema visual.
El confort, la satisfacción y el desempeño de quienes trabajan con monitores, son afectados por factores interactuantes que van desde lo óptico a lo psicosocial. Si analizamos el tipo de trabajo, la persona que trabaja, el diseño del equipo, el ambiente de trabajo y el entorno del trabajador, veremos que estas áreas interaccionan de modo tal que las mejoras en cualquiera de ellas, se reflejan en las demás.
Por ejemplo, las quejas por molestias oculares disminuyen notablemente al mejorar el aire del ambiente de trabajo. O también, los que hacen entrada de datos (data entry) cometen menos errores por agotamiento cuando pueden hacer pausas y horarios cortos.